Cuando uno piensa en una escapada tranquila, rodeado de naturaleza, historia y buena energía, inevitablemente pienso en Beniardá. Es un pequeño pueblo del interior de Alicante que me encanta, sobre todo porque tiene su río a pie de pueblo y el embalse de Guadalest muy cerquita. La visita es obligatoria. Te cuento por qué.

El encanto del casco urbano
Pasear por Beniardá es como viajar al pasado. Las callejuelas estrechas y empedradas, sus casas blancas con puertas de madera y macetas repletas de flores te dan la bienvenida sin prisas. En el centro destaca la Iglesia de San Juan Bautista, sencilla y acogedora, rodeada de pequeñas plazas donde el tiempo parece detenerse. Me gusta mucho caminar hasta la Font Vella, una fuente histórica donde antiguamente la gente del pueblo recogía el agua. Justo al lado está el lavadero, que aún conserva su estructura original.
Y si te animas a subir un poco, el mirador del Ravalet te regala una vista preciosa del valle. Es uno de esos lugares que uno no se cansa de mirar, especialmente al atardecer.
Qué ver en Beniardá (y no perderse)
Más allá del encanto de sus calles, Beniardá guarda rincones con mucha alma. La ermita de San Joaquín y la de Sant Francesc están algo apartadas del casco urbano, pero merecen mucho la pena. Son pequeñas, humildes, pero con esa paz especial que solo los pueblos auténticos saben transmitir.

Uno de los grandes atractivos es su cercanía al embalse de Guadalest. Poder ver el agua tan cerca, reflejando las montañas, es un espectáculo que nunca me canso de contemplar. Muchas veces simplemente bajo con una botella de agua, me siento en una roca y dejo que el silencio lo diga todo. Esa conexión con la naturaleza es brutal.
Rutas y naturaleza para todos los gustos
Desde Beniardá salen varias rutas de senderismo que no tienen desperdicio. Una de las más recomendables es la que lleva hasta el embalse por una pista forestal fácil y agradable. También puedes animarte a subir hasta la Mallada del Llop si lo tuyo es caminar más en serio. No te preocupes si no eres senderista pro, hay caminos para todos los niveles y en todos te acompaña un paisaje increíble. Si vienes con calor uno de mis lugares favoritos en la poza del río Beniardá, un lugar bien fresquito en plena naturaleza.

Sabores que conquistan
Después de una buena caminata, nada como probar los productos locales. En algunos bares del pueblo puedes encontrar embutidos caseros, cocas tradicionales o dulces típicos. Me sorprendió lo bien que se come por tan poco. Además, si visitas durante sus fiestas o ferias artesanales, podrás llevarte mermeladas, miel o aceite hechos por manos del pueblo.
Fiestas con alma
Beniardá celebra varias fiestas a lo largo del año, pero si puedes, intenta coincidir con las de San Juan o las de la Virgen de los Dolores. El ambiente cambia completamente: música, tracas, vecinos en la calle, comidas populares… todo con ese sabor auténtico que se ha perdido en tantos sitios. Y si vas a la Fira Artesanal d’Oficis, seguro que te llevas algo bonito hecho a mano.
Lo práctico: cómo llegar y qué llevar
Llegar a Beniardá es sencillo en coche, especialmente si vienes desde Alicante o Benidorm. Eso sí, prepárate para algunas curvas, pero te aseguro que el paisaje lo compensa todo. Lleva calzado cómodo si quieres hacer alguna ruta, protección solar y mucha calma: aquí nadie corre.
¿Por qué Beniardá es una visita obligatoria?
Porque tiene algo que no se puede explicar del todo con palabras. Porque es pequeño, pero está lleno de alma. Porque te hace desconectar sin esfuerzo. Como te decía al principio, a mí me encanta, y sé que a ti también te va a enamorar.

El río a pie de pueblo, el embalse a un paseo, las calles tranquilas, la comida casera… Todo en Beniardá invita a quedarte un rato más. Y eso, créeme, no pasa en todos los sitios.